Contar una vida: Niels Lyhne

Una novela de Jens-Peter Jacobsen –

Reconocer una vida entera es una labor que hoy en día no estamos dispuestos a realizar. Parecemos más interesados en esas miniaturas del consumismo del morbo que exponen algunos programas de televisión, sin contexto, sin circunstancias, sin historias de fondo.

En tanto miniaturas, esos retazos de vidas, son copias ciegas de la realidad, mientras que, como productos para su consumo, son pelapatatas de la sustancia humana. No concedemos ni el tiempo ni la mirada que hagan posible decapar las superficies para ahondar en aquello que nos mueve a cada uno. No hay lugar tampoco para las explicaciones complejas, bien urdidas y atentas a esos mínimos detalles que nos humanizan. 

Jens-Peter Jacobsen Niels Lyhne novela literatura Dinamarca
Jens-Peter Jacobsen pintado por E. Josephson (1879), óleo sobre lienzo. Nationalhistoriske Museum at Frederiksborg, Dinamarca.

En su novela Niels Lyhne, Jens-Peter Jacobsen ilumina a la perfección esa trastienda de nuestra existencia, desde antes del nacimiento hasta la muerte del personaje protagonista. El libro, de 1880, fue en palabras de Stefan Zweig todo un referente para su generación. Rilke lo colocó entre los escasos textos imprescindibles de leer, siendo traductor al alemán de una parte de su obra. Y James Joyce no solo lo admiró, sino que lo situó como el puente entre el realismo lírico del XIX y el modernismo de principios del XX. 

La capacidad del protagonista de imaginar mundos mejores, en un tiempo de crisis cultural, social y económica, fue tomada como bandera entre una parte de los escritores europeos del primer cuarto del siglo XX. No tanto por las posibilidades que esa actitud ofrecía, sino principalmente por la desilusión de ver cómo, una y otra vez, los proyectos entresoñados se daban de bruces con una realidad cerrada a cualquier renovación de ideas o costumbres. No en vano, la traducción española que hizo José Insúa en 1929 tituló la novela Realidad y ensueño.  

La historia es la de un chico que nace, crece, corre sus aventuras, quiere cambiar el mundo y lucha contra todo aquello que se lo impide: la superstición religiosa, la desigualdad, la cojera mental de los individuos, la deshumanización, la falta de libertad e independencia. Casi parece un héroe, solo que su epopeya se da en su interior, el último espacio de colonización de la sociedad. Los dos polos enfrentados son, por un lado, el afán de trascendencia que tenemos todos en un mundo cuadriculado y repleto de normas, y por otro, nuestro deseo de aceptación que nos hace asumir ciertos yugos como una rara liberación. 

Entre medias de lo que se ha llamado «novela total» y «novela de formación», Jacobsen no pretende crear un universo, a la manera de los naturalistas del XIX, ni pone interés en mostrarnos el desarrollo de las experiencias de un individuo, como hace el romanticismo. Quiere contar la historia de una vida. Y para ello mantiene la tensión de la confrontación entre el personaje y el mundo en el que vive. 

Presenta los detalles como parte esencial, los convierte en portadores en sí mismos de una vida completa. Ni cosifica ni banaliza, dos actitudes que forman parte hoy día del meollo central de nuestro problemático estar en el mundo.

Tal vez por su pasión como biólogo, Jacobsen narra con un cuidado asombroso por el desarrollo. Era la época en que dedicarse a la ciencia resultaba revolucionario y una lectura parcial podía llevarlo a uno a la cárcel o al destierro. La literatura se veía más que nunca como un campo de pruebas en el que la relación entre las partes y el todo de una obra demostraba la lógica de las motivaciones que llevan a un personaje a actuar de una manera determinada. La capacidad pedagógica del arte era un campo de batalla entre progresistas y reaccionarios.

Niels Lyhne está ligado a su momento y su lugar, a las circunstancias, porque no solo se trata de hacer verídico un relato, sino de plantear la posibilidad de un mundo diferente. De ahí la importancia de hacerse cargo de una vida completa. Narrar de principio a fin el devenir de una persona fue la garantía de no fragmentarla ni cosificarla. El mejor antídoto contra el olvido de las circunstancias. Un intento de cerrarle el paso al consumismo de las emociones.

Entrada en la enciclopedia británica.

Reseña en Yale University Press.

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