Esto es un avión

Diario de una epidemia 41 –

Runner, con perro, con hijo, pareja y empleo de oficina sin posibilidad de teletrabajo. He aquí el perfil del triunfador de la epidemia a partir del 2 de mayo, cuando todo se empiece a relajar y entremos en la fase de la famosa desescalación.

Porque no lo neguemos, con los horarios que ha puesto el gobierno, va a haber más de uno que no tenga ya tiempo para entrar más en casa. Por la mañana, una horita corriendo. Después al trabajo. Hacia el mediodía, sacar al perro. Después de comer, una vuelta en pareja. Y para rematar la jugada, la merienda con el niño en la plaza. Todo un lujo. Nunca antes salió tan bien cumplir con el estándar social: coche, casa, familia y perro.

Así, que lo siento por mis amigos solteros que siguen siendo lo contrario del aforismo cristiano «los últimos serán los primeros», pues cuando entramos en estado de alarma, fueron los últimos en marcharse a casa, y ahora que ya salimos, serán los últimos en pisar la calle. Mira que antes fardaban de salir por ahí, quedarse de fiesta hasta las tantas, ir al cine, liarse con todo el mundo. Pero en esta nueva época, me da a mí que les queda poco futuro.

Por eso, no me extrañaría nada que llegase una nueva ola de casamientos. Mucho se habla de los divorcios que están por venir, de las crisis que se han abierto durante los largos meses de confinamiento, como si solo fuera noticia el mal rollo, el odio y la separación. Pero nadie comenta las relaciones que están naciendo por el wasap, la cantidad de gente que ya se plantea tener un perro o, incluso, dos, el hijo que ya tienen en mente muchas parejas, aunque solo sea previendo el largo invierno que se nos echa encima esperando una vacuna. ¿Os imagináis una nueva cuarentena, pero esta vez incluidos en colectivos privilegiados?

Ni el opus en sus mejores momentos llegó a soñar que sería tan fácil reordenar el sindiós  social que veníamos sufriendo. De modo que la soltería va a pasar a mejor vida, porque ni siquiera se contempla todavía la opción de visitar a tu rollo. Eso sí, todo a su hora, con sus franjas y grupos bien organizados al más puro estilo McDonnell Douglas, como decían los geniales Faemino y Cansado, pues esto no es una anarquía, esto es un avión.

Por eso, los de Vox y el PP andan tan preocupados, porque ha sido un gobierno de izquierdas quien les ha quitado la iniciativa del orden y la familia, que siempre se la arrogan ellos. Ha sido este gobierno, de hecho, quien ha llevado a cabo todas aquellas cosas con las que sueñan Casado y Abascal: aprobar un estado de alarma donde no puedes salir de casa, decirle a los medios que tienen que publicar tus mensajes, sacar el ejército a la calle, anular en parte las autonomías, dar ruedas de prensa a puerta cerrada. ¿No pertenece todo esto a los sueños más húmedos de la ultraderecha? ¿No parece sacado de alguna campaña electoral de Vox? Claro, que hay grandes diferencias. Y si no, únicamente hay que mirar a Ayuso en Madrid para entenderlo, que no ha comparecido prácticamente en todo ala crisis. Su lucha contra el hambre ha sido darle durante cincuenta días pizza a los niños más pobres. Sus medidas contra el estancamiento económico, dar barra libre a los fondos buitre para que sigan especulando. Su plan para superar la epidemia, despedir a los sanitarios temporales y montar un macrobotellón en la clausura del hospital de Ifema. Aunque tampoco nuestro querido Mañueco, en Castilla y León, se queda corto. ¡Olé!

Y es que, ahora que esto se acaba, saldremos de casa más confundidos que nunca. Los que estaban en contra del matrimonio se acabarán casando, los que juraron amor ante dios irán corriendo a divorciarse. Los que veían un niño y gritaban del susto se apuntarán a ser padres. Pero que nadie se engañe. Lo haremos con la vista puesta en el invierno. De ahí que a nadie le cuadre nada: ni planes, ni fechas, ni horarios, ni restricciones, ni ayudas ni nada. Siempre resultará pronto para los oportunistas, pero muy tarde para los expertos.